Y el niño creció, se hizo mayor,
buscó su propia felicidad sin olvidarse
de aquellas personas que siempre estaban con él,
luchó durante mucho tiempo por amar con el corazón,
intentó durante un largo periodo de su vida sobrevivir a este mundo,
y, ahora el hombre vuelve a ser niño y llora amargamente.
Atrás quedan palabras vacías que antes contaban historias,
en el olvido deja recuerdos que le hablaban de amor,
la tristeza empaña sus ojos de lágrimas,
su corazón pierde lentamente el latido de la vida,
y su cuerpo se deja llevar al frío sepulcral que lo elevará a los cielos.
El hombre antes veía con la felicidad de un niño,
ahora ve con la amargura de un viejo,
camina con el dolor de un animal herido,
lucha en una batalla perdida donde caerá rendido,
vive de la imaginación que una vez fue sueño,
y deja la realidad que le rodea para esconderse en la penumbra.
El llanto de un hombre clama desolado,
en un cuarto vacío, apagado, lleno de sombras,
donde hace nada era feliz, donde se reía de todo,
busca entre cristales rotos el reflejo perdido,
todo lo que tenía se esfuma como el polvo,
nada tiene ahora, nada representa,
ya no tiene sentido dar un paso más en el camino.
Un hombre antes niño jugaba a ser mayor,
el niño ahora hombre buscando su destino se perdió,
la felicidad que lo embargaba se convirtió en triste soledad,
todo aquello por lo que luchaba, lo devolvía a la realidad,
ahora el hombre ya no ríe como antes lo hacía,
ahora sólo piensa que paso debería dar,
esperemos que no se equivoque,
y que en el cielo no lo tengan que esperar.