Te has ido y contigo se fue la tristeza,
aquella que una vez empañó mi corazón por dejarte atrás,
te has ido, entre lágrimas escondidas para no empañar ese momento,
pero conmigo se ha quedado impregnado la esencia de tu ser.
Y entre mis fuertes manos sostengo con miedo el fruto de la vida,
aquel que tuviste durante un tiempo junto a ti,
esa pequeña fragilidad que antes de ti fue imaginación,
convirtiendo en posible mi sueño de llegar a ser padre.
Y su nombre ya no es silencio,
se escribe entre mil rincones,
ríe, llora, duerme, se mueve sin sentido,
Claudia ya no es palabra escondida,
ahora es la realidad nacida del amor.
Y esa niña es la luz de mis ojos,
pero aún así todavía me acuerdo de esos momentos contigo,
o esos instantes en el sofá acariciando su diminuto cuerpo,
y quizás ella también añore tu presencia.
Y en esta pequeña lejanía veo un nuevo reencuentro,
volveré al lugar que nunca tuve que haber abandonado,
no iré solo, porque ahora también están las personas
que conforman en mi vida una familia,
aunque mi corazón se haga fuerte por mi hija,
también sufre por no estar contigo.
Y no me olvido de la familia que dejé atrás,
porque también son muy importantes para mi,
como esa niña de ojos azules que siempre llevo conmigo,
y aunque ahora mi vida empiece a tener sentido,
de mi corazón nadie podrá quitar,
el amor que desde niño siempre he recibido.