viernes, 17 de agosto de 2012

A MI HIJA CLAUDIA



Si la vida fuera justa, no te vería marchar,
te quedarías siempre en el rincón de la alegría,
saboreando la felicidad en cada minuto de tu vida,
más no puedo retener tu existencia, debo dejarte marchar,
y en tu partida, recordar cada instante porque merece la pena estar contigo.

Y seguiré mi camino esperando el reencuentro,
volviendo mi corazón a la cruda realidad de extrañarte,
intentando que mis ojos no vean lágrimas por ti,
para no empañar la felicidad que nadie me podrá quitar.

Tuve tu sonrisa, tus lágrimas y tus enfados,
después de tanto tiempo tuve los momentos perdidos,
las caricias y los besos anhelados,
quisieron que perdiera la ilusión por ver tu cara de princesa,
y no han podido quitarme el poder regalarte mi cariño.

Y en este momento que no quiero ver triste,
escribo un poco más la historia de tu vida,
y en estas pequeñas palabras que todavía no llegas a comprender,
te diré aquello que no he podido decirte,
porque no hay nada más bonito en este mundo,
que el amor que siento como padre por ti.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Espero qe pronto vuelvas a gozar de su sonrisa de princesa....yo